Alabama, EU de A, 13 de diciembre, 2013.
Maestro: Ajustador del Pensamiento.
Tema: “Las recompensas del espíritu.”

Mensaje recibido por Oscar.

Ajustador del Pensamiento: “Existen tres manifestaciones del progreso espiritual: 1) El deseo de ser mejor y parecerse cada vez más a un ideal de perfección visualizado en la mente humana. 2) La paz que permea todas las situaciones de la vida y que no depende de estas. 3) El deseo por hacer algo bueno por los semejantes. Examinemos ahora cada uno de estos frutos espirituales.

Cuando una criatura comienza una vida realmente religiosa – basada en los impulsos que motivan a la exploración espiritual personal y no en la aceptación de mitos y verdades cristalizadas – comienza la experiencia de querer conocer la fuente de la religión, el objeto principal de adoración, que no es más que el Padre celestial. Toda búsqueda religiosa personal y automotivada pretende encontrar a Dios. Esta exploración va revelando al alma humana cada vez con más claridad la divinidad del Padre y esta alma espontáneamente se siente motivada a intentar parecerse a este Padre invisible. Así se va produciendo en la criatura una transformación real, donde los impulsos, los anhelos y las tendencias normales, materiales e innatas del ser humano comienzan a ajustarse y a perfeccionarse por el esfuerzo de la voluntad para el logro del autodominio. La persona deja de simplemente reaccionar ante las circunstancias para volverse dueña de su destino y de su futuro. Esto solo es posible cuando el alma es iluminada con revelaciones progresivas de la deidad, construyendo un modelo de perfección dinámico que se hace cada vez más hermoso, verdadero y bueno.

Esta iluminación del alma no es externa, proviene del interior del ser, del Ajustador del Pensamiento. Un ser humano que decida ignorar la orientación que sus reflexiones más profundas podrían proveer – esas meditaciones en las que la mente humana se extiende hacia la mente Ajustadora – no podría jamás establecer en su mente un ideal coherente al cual aspirar, sin importar cuantos maestros espirituales le instruyan o cuantos libros lea. La información externa puede ayudar, pero la comprensión auténtica de la verdad – el verdadero aprendizaje – solo ocurre cuando cada quien se esfuerza de manera individual por reconciliar la información en su mente. Así, una vez que se ha formado en la mente de la criatura un ideal de divinidad al cual aspirar, el espíritu motiva a ese ser humano a intentar parecerse a este ideal.

El segundo resultado de una vida espiritual es una paz duradera. Quienes despiertan a la verdad de que hay un Dios que es nuestro Padre y nos guía hacia un futuro cada vez mejor para todos por igual, comienzan a experimentar una seguridad inexplicable en sus corazones. Estos seres humanos que comienzan a despertar encuentran dentro de sí mismos un refugio que les brinda reposo durante las luchas de la vida y les ofrece un optimismo singular por el futuro. Esta paz es independiente de las condiciones externas y de las apariencias de la vida. Es una paz que no proviene de afuera, sino que es creada y sostenida en el interior de cada individuo. Muchos experimentan la paz y el sosiego cuando las cosas marchan bien, pero son muy pocos los que se mantienen en calma ante las tempestades de la vida. Esto solo es posible porque la experiencia de una verdadera vida religiosa les ha demostrado que hay algo dentro del ser humano que nada ni nadie puede tocar y que no puede ser arrebatado.

El ser humano puede escoger un ideal arbitrario de perfección de algún libro o de algún personaje famoso de la historia para orientar sus esfuerzos para mejorar. También puede forzarse a estar en paz con cualquier situación que se le presente, aunque sea a través de la pura resignación, pero el surgimiento del tercer fruto espiritual en la vida humana solo es posible mediante la experiencia religiosa verdadera. Este surgimiento es auténtico cuando surge de manera espontánea y no es forzado. Hablamos aquí del impulso por hacer algo bueno por los semejantes, que no es más que una consecuencia del amor divino que comienza a desbordarse en el alma de aquellos que viven una vida religiosa auténtica.

Así que ahí lo tienen. Los frutos de una verdadera experiencia religiosa son el deseo de perfección, la paz que sobrepasa todo entendimiento y el amor incondicional. Cuando intentan determinar la efectividad de vuestra religión solamente necesitan observar si estos frutos espirituales están apareciendo en vuestras vidas. Si han experimentado estas bendiciones en la vida entonces van por el camino correcto; si no, necesitan hacer algunas correcciones. Las recompensas de una vida espiritual no son para ser cosechadas en la próxima vida. Aquí y ahora los beneficios de una vida religiosa verdadera pueden proveerles las experiencias para vivir una vida mortal llena de satisfacciones duraderas y verdaderas, y alegría, mientras se preparan mejor para el siguiente nivel de existencia.”

© Grupo de Progreso 11:11.
La fe es solamente curiosidad teñida de esperanza — Ajustador del Pensamiento.

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